
Carlos V murió en el Monasterio de Yuste el 21 de Septiembre de 1558. Una inscripción situada encima del busto de bronce realizado por Leoni, recuerda el hecho:
“ Su magª El Emperador D. Carlos Quinto nro. Señor en este lugar estaua asentado quando le dio el mal á los trynta y uno de Agosto a las quatro de la tarde.- Fallesció a los Veinte y uno de Septiembre á las dos y media de la mañana. Año del Señor. de1558”
El mal que señala la inscripción se refiere a que el Emperador estaba sentado allí mismo, en aquel salón-mirador comiendo, y recién comido le entró unos escalofríos con calentura.
Su Mayordomo Luis Quijada escribe a Juan Vázquez de Molina (su secretario), insistiendo en que la calentura y el frio le sobrevino sin accidente de gota, es decir no era un proceso de reagudización de la gota, sino unas fiebres no muy alta, que duraban unas tres o cuatro horas, se manifestaban con cefalea y aquella noche hizo que durmiera mal.
Estamos pues ante un tipo de enfermedad nueva, que minaba aún más la salud deteriorada del Emperador Carlos V.
Las fiebres tercianas, debidas al paludismo han sido endémicas por Extremadura y muchos lugares de España hasta los años 60. El desarrollo del urbanismo, alcantarillado y medidas de higiene así como el desarrollo de la medicina han sido capital para erradicar, la cadena epidemiológica entre la fuente y el hombre. La eliminación de charcas y basureros, así como la canalización de aguas residuales a través de alcantarillado, ha hecho que la población se beneficie de una mayor higiene y salud.
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